Elocuentes y apacibles, me besan, me estrujan,
desnudan con su voz silente, mi alma y mi vida,
en la efervescencia, en su decir profuso, me miran,
me hablan, me gritan su amor reprimido y su aurora perdida.
Ellos no saben mentir, son cristal, nívea epifanía,
espejos del alma, pudor, y tenue melancolía,
son amor, sencillez, soplido, y mágica agonía,
son fuerza y eterna caricia, un beso en la cálida ría.
Venteros de amores, fiel coloquio de miradas suaves,
me inducen, me atraen, a la esencia de una madrugada,
ecos de cadencias, furor inefable de canto de aves,
me instan, con mirada tierna, dormir en tu almohada.
Hortencia Aguilar Herrera -México-
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