Regalaré una rosa
a quien me la pida
con mirada ansiosa,
recitaré unas sextinas
y cortaré las espinas
del junco de su crecida,
para que no sangren
los pulgares de la mano,
y tampoco maltraten
las pieles del corazón
sin dar concesión
a una herida en vano,
rociaré con dulces besos
cada hoja de sus pétalos
y al olerla sin recesos
lleguen al fondo del alma,
para que dormiten en calma
los amores si son regalos,
y todo a un precio menor,
tan sólo pido y requiero
una sonrisa y un rubor,
un beso en la mejilla
si me lo da esa chiquilla,
por la que vivo y muero,
¡Regalo rosas!
sin espinas en el tallo,
¡mirad que hermosas!
venid pronto bellas damas
traed una sonrisa con ganas
y seré, de por vida, vuestro lacayo.
Angel L. Alonso
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