Creo que llega un momento en la vida del hombre, en que necesitamos recobrar parte de la misma, por lo cual escarbamos en nuestra propia historia, preguntando a los "viejos" ¿cómo éramos?, la mayoría lo hacemos viendo fotos de eventos pasados que nos han resultado inolvidables, incluso fotos antiguas y viejas en que nos observamos con dulzura, con ternura, con risas y hasta con llanto viéndonos niños o jóvenes, acariciándonos a nosotros mismos a través del tiempo y la distancia. Muy pocos tenían su proyector de filminas o de películas familiares, demasiado pocos. Y no sólo nos añoramos a nosotros mismos, también añoramos aquellos recuerdos memorables en compañía de nuestros padres, amigos y hermanos que se han ido, que cumplieron su ciclo y su misión pero dejaron su huella imborrable en todo nuestro ser.
Era maravilloso oír a nuestros padres, tíos o abuelos relatar historias familiares, o de otra índole muchas de ellas inventadas o formateadas con realidad y fantasía, pero ahí nos tenían absortos, con los “pelos en punta” esperando saltar de miedo o reír de acuerdo al desenlace de las mismas.
Algunos otros escribimos desde pequeños un "diario". Era muy emotivo para algunos padres regalar un "diario" a sus hijos. Este diario era nuestro mejor amigo, nuestro confidente, el testigo de nuestros descubrimientos, de nuestras pillerías, de nuestras alegrías y de nuestras tristezas, corríamos a él para plasmar nuestros "estados". El candadito o cerradura que traían algunos no era del todo suficiente, era celosamente guardado debajo del colchón, dentro de una almohada, etc., era incompartible y, protegido con todas nuestras armas infanto-juveniles.
¿Pero qué pasa cuando hemos perdido todo ese valioso y querido bagaje? Que hemos perdido inclusive hasta a las personas que podían ayudarnos a recobrar toda esa memoria. ¿Llegamos a sentirnos como una página en blanco? o forzamos dándole crank a nuestros herrumbrados y vetustos recuerdos, algunos incluso por vez primera.
Ahora, debemos escribir una historia, nuestro “diario” de los recuerdos que nos permita explorar y sacar nuestro cerebro. Muchos de ellos serán incompletos, fragmentados igual que toda nuestra vida, la cual pedazo a pedazo hemos ido construyendo.
Antonio Fco. Rodríguez Alvarado
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