Me miraste sin creer que te atreverías a hacerlo
tus ojos quedaron ciegos y tu garganta callada,
tus piernas llenas de nervios empezaron a temblar
y quedaste sorprendida con tu rostro enrojecido,
tu cuerpo mostraba marcas de caricias simuladas
y tus manos pretenciosas las ocultaban heladas.
Mi vista poquito a poco descubría en tu silueta
las aberturas impropias… -vestimentas subjetivas-,
quedándome enamorado de sus maldades furtivas
y de su esencia confusa de pétalos y de espinas,
te entregué todo mi aliento en un beso enternecido
y me volví un fiel amante, digamos, bien bendecido.
Cuántos años han pasado y nuestras sombras divagan
sobre aquel raro principio del querernos sin querer,
no se separan tus luces… mucho menos mis negruras
pues quedaron atrapadas entre pisos y entre pies,
dejando sobre paredes los raspones de la piel
y dejando como almas los sabores de la miel.
Jerry Méndez -México-
No hay comentarios:
Publicar un comentario