Guardaré un beso de estos labios cansados
De esta boca pestífera a cieno y azufre
Que brama embravecida las palabras malolientes
Gritos de lamento que no dejan de infectar
Beodez interminable que no me deja claudicar
Grita,
ladra,
aúlla,
no dejes de blasfemar
Este beso que ofrezco te robará libertad
Dejará tu esencia helada,
en el consumo de mi mal
Escanciaré tus defectos,
tus lamentos
y tus llagas
Verteré mis vilezas concupiscentes
en las minucias de tu cuerpo
Y solo quedará en las puertas del infierno…
Mi infierno,
Un grito desgarrador y sordo que nadie puede escuchar
… Ésa será tu última oportunidad para suplicar
Abraham Méndez -México-
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