Y, yo, aquí en esta soledad de la madriguera
Silvestre observo la ternura del melocotón
Y su deseo de probar un pedacito de esa fruta
Profana de tus labios...
Y, solo, yo, besé, esa flor de mi jardín... Labré,
La tierra, y sembré, su semilla y regué,
Su planta, con aquella lágrima mía
Y que no tiene una mejilla
Donde llorar, Su melancolía. Y no sé si existo
En esas aguas limpias y frescas de la verde
Campiña y los ríos... Y si sé de mí ser y su razón
Y su palabra
Y que es lo que percibo en este último momento
De un verso en poesía… Un corazón que ama...
Y soy poeta en el jardín de flores y aves que vuelan
En cielo azul... Amor.
Manuel Ricardo Pizarro de los Santos
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