He amado el silencio
en que oculto mis pensamientos,
siento el dolor que,
en derredor va creciendo
y cierro los ojos para no verlo,
soy infiel a mi propio sexo,
infiel a todo aquello que quiero.
Descanso en mis alas rotas
por los azares que aquí no se nombran,
ya que habitan por debajo de la ropa
y tornan los besos en estrofas
temidas por conciencias de idiotas,
de creyentes que censuran en las sombras
para argumentar sus ocultos miedos,
soy la nada que les estorba
sólo, porque a veces pienso.
He caminado todas mis horas
alrededor de mi propio centro
en una búsqueda infructuosa
de aquello que sé que tengo
y que, contra mí, se torna
en aras de un nuevo intento.
He de volver a su boca
para transgredir su credo,
donde el sol no la toca
será mi boca su cielo
y de sus pétalos de rosa
extraeré el perfume de mi infierno.
Luis Maria Saiz Laso
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