miércoles, 18 de julio de 2018

MORIBUNDOS


Que gustemos del sol y de la lluvia me causa sorpresa. ¿Por qué no jugamos a ser mitad hombres y mitad animales, y así amar un mundo menos incendiario?

Nos la pasamos fuera de la órbita del corazón, relegados a una miseria donde caemos hincados ante un buitre o ante un rostro decaído de las lágrimas para adentro.

Somos el nudo de un cuento para cínicos volátiles, el estallido pausado de una coraza. Nos bebemos la última gota de placer y morimos frustrados, incompletos de saber cómo la suerte nos es esquiva, igual que la apariencia ante su reflejo, o como un milagro enterrado antes de nacer.

Vivimos lo que nos sugiere la costumbre y la ignorancia. Y pasamos las horas y los días situados frente a un reloj que no nos cabe en el pecho. Y cuando nos situamos frente a frente con el alma, el reloj maneja sus propias manecillas, y nos advierte cómo perdonarnos con la más callada calma, y no le hacemos caso.

Así somos de los pies a la cabeza, del ombligo al brazo izquierdo, de cada dedo a cada hueso, de la sangre a borbotones a la pus más purulenta. Así caemos, y así felices sin saberlo, nos miramos como zombies, muertos de tanto no querernos.

German Rodriguez Aquino 

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