miércoles, 18 de julio de 2018

AMANECERES.


Pienso en otros amaneceres.
Presiento lo limitado.
Presiento lo ilimitado. Todo se eleva.

Todo es así : Una rueda de lumbre
en su peculiar fortuna, las cuerdas
del sol listas, azarosas, poderosas,
insaciables, hay Viajantes nubes primerizas como trenzas hervidas en fuego,
un aire forzoso de polvo
de la ciudad, del día,
que entra por las ventanas
que arremete y es polvo
y es aire tibio y arremete
y habla.

El gato
junto a mí duerme,
se acurruca,
prendo mi cigarro mañanero...
¡Ah, pero como fumo!
Hay una hiedra de humo
que sale con su humareda extraña,
temblorosa de mi cigarro,
de mi boca, de mis labios,
luego sube y se prepara para irse
hacia a lo lejos en su vuelo.

La casa es vieja, las paredes
son amigas de las telarañas,
la cortina roída, hay voces,
sombras ya familiares a veces,
sombras diarias, nocturnas.

¡Ah, pero también que hermosa mi hembra!
Me lleno completo de ella,
de sus comienzos amorosos,
de su cuerpo, de sus ojos,
de sus hombros, de su nuca.
Eres mi armadura diaria/Amada mía.

El sol se enfurece afuera
fuerte, dulce,
en el patio quemándose en el piso
en donde todo él toca.
Un árbol por la ventana
parece un árbol en llamas,
el árbol suelta en sus momentos,
entre sus ramas
semillas blancas,
rojas, amarillas de luz
de en donde brotan palabras. Te escribo.

Y se que allá en donde tú vives y el poema engendra
siempre será como un magnífico mediodía con un alto sol
y hay un poema aún más amoroso
y hay un poema aún más infinito.

Junto al sillón iluminado
por la repesca del sol
hay un librero creyéndose
luz. De en donde brotan
entre los libros sensaciones infinitas
ramas y raíces nevadas
en sus portadas lisas
en sus orillas
con su brillo impecable
imperante de ellos y del rayo tocado
solar y tibio. En verdad es
un librero de luz.
De luz tocada
y de luz interna.

Sé que debo hacer poesía
se acerca la poesía,
con sus pasos insinuantes y femeninos.
-Corre un duende loco de lado a lado.
El hada amante que vive en los versos
entre las hojas blancas, adentro de mi
lápiz de madera me habla, me charla,
me besa, me insinúa me chista de de lejos del rincón más lejano, se acerca,
pasa a un lado mío enamorada.

Pájaros albos, pájaros escarlata,
pájaros de alas extendidas
penetran y salen de ella
en su frente hay rayos gloriosos
y en sus ojos un sinfín de cantos.
Los nidos rojos de aves en vuelo
están en sus labios.

Veo como el sol sigue en sus amaneceres. Veo como el sol
azota con sus látigos a las nubes
que en su camino se interponen
y los pájaros primerizos del alba
entonan y planean en su fino vuelo
y como la fila de árboles agradece
inclinan sus ramas verdes.
Y veo preocupado como el sol
se esconde a veces
se guarece cobarde y momentáneo
y nos abandona.

De la ventana de polvo veo otra vez
que el sol se amanece, se asoma
con sus lápices largos tan amarillos
tan llenos de luces, afilados
escribiendo sobre las nuevas y venideras
horas.

Brota la semilla enclaustrada
(En mí el incendio)
Los brotes que piden vida.
Yo tengo un bosque de letras
inmenso.
Hay amaneceres.
El gato a un lado mío me acompaña.
Aquí la presencia de la hembra bella.
Se levanta el polvo
de la ventana, de la ciudad.
Por aquí deambulan tus versos.
La ciudad el ruido despierta.
Se cae el mundo.
En mi casa hay presencias.
Estas tú.
Hay un aroma a frutas bellas.
Estas tú.
En mi casa
Hay poemas.
El duende loco se aviva.
El hada de los amantes se abre
para mis huellas, mis palabras
me abraza con sus brazos suaves.
En mi casa
hay poemas.
Estás tú.
Acaricio a mi gato.
Me fumo otro cigarro.
Hay amaneceres.
Está la alegoría poética.
Estás tú.
Hay poemas y amaneceres.

Saul Ponzio Ibieta -México-

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