Tendría yo la edad de Cristo, aproximadamente,
cuando de casualidad me invitaron a Benamahoma
a ver sus fiestas patronales de moros y cristianos;
que celebran la expulsión de Mahoma.
Mahoma que me sigue tiñendo el espíritu
de verde y la sangre encendida y roja;
y las montañas cuajadas de beduinos y alguna hurí,
todos los meses del año andaban por aquí.
Yo quería degustar un guisote con habas,
pues era infinito mi voraz deseo;
que cuando me acerque dije: ¿Qué es lo que veo?
me dijeron: son cristianas y moras, ¡Valla guayabas!
Mi humilde ánimo se viene abajo, se contricta
porque de mi boca anhela esas bocas en secreto
y en la belleza incomparable del esqueleto;
y en mis adentros explotan crepúsculos de dinamita...
Me asfixio en dualidad funesta
con María, la mártir de pestañas enhiestas,
y de la morita, Zoraida la grupa bisiesta;
con esta algarabía y revoleras de la fiesta...
Plenitud, de cerebro grande y corazón;
diamantes en los dedos y en el pelo rosas..
y el poeta con estas bellezas se perfila,
enamorado como un burro de estas diosas...
RAFAEL CHACÓN MARTEL
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