jueves, 17 de mayo de 2018

HUNDIDA


Cayó en una depresión
por una mala situación,
viendo su vida condenada
sentada en su morada.

Pasaba días enteros,
sin ver un esmero,
que la hiciese reaccionar
y síntomas de vida, dar.

Parecía un vegetal,
la gente le decía “estás fatal”
sin saber cual era su mal
yo les abroncaba con un carácter,
que mi boca, parecía un cráter,
sacando fuego y cenizas,
por esa gente tan escurridiza
pero que se iban con la lección aprendida
y ella jamás, sería hundida.

De tanto en tanto
le iba a dar consuelo,
que no se comiera la olla,
y que mirase al cielo,
que si de noche
veía sonreír una estrella,
es que celaba por ella.

Me respondía con una sonrisa,
que se apagaba deprisa,
pero agradecía mi presencia
y por actuar con consecuencia,
contra gente que sin preguntar,
lo primero que hacen, es juzgar.

Le dije que no era para tanto,
que era un placer
venir de tanto en cuanto,
que la veía muy hermosa
y que tenía que ser dichosa
que no apagase esa llama
que todo el mundo proclama,
y abrace a la humanidad,
que la tratarán con cordialidad.

Me respondió que me vendría a visitar
por el gran consuelo que le iba a dar,
y que estaría en sus oraciones,
todo el año, haciendo menciones,
de ser un hombre sabio, un hombre cortés
que no mira el interés.

Así nos despedimos
y un gran beso, nos dimos.

JAUME ALEGRE LASTERRA -Barcelona-

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