domingo, 15 de abril de 2018

HOGAR


Me he peinado al alba
con rayos de tu fuego...

Bajas sobre mi cuerpo
y derramas tus dulces almendras.
Cercas mis senos
pese a las súplicas,
advirtiendo al Sol tu acercamiento.

El espejo, breve, nos imita.
Amanece la luz naranja y firme
de tu viril belleza
y tu boca yace
a punto de ser mi noche...
Versas de obsidiana
moldeando el cristal
y sus coyunturas.

Beberás de mi cerviz
con el fulgor de tu ingravidez,
cuando me prolongue
hasta ungirme
en tus húmedos óleos
y dibujar en los secretos lienzos.

Rebelde inconexo
del que hago propiedad
por abandonarse...
Mío.
Abductor impaciente
del remolino
de mis placeres:
¡no ignores
el amor
que escribo
sobre tu pañuelo apasionado!

Heme aquí
con toda mi blancura;
que eres mi palabra,
que me perteneces.

Acaríciame la sangre.
Enloquece el silencio
para que huya extraviado...

Reconócete
en el murmurar ensordecedor
y el súbito pulso
que me invade
de tu cuerpo,
al mirarte así...
dentro de mi cuerpo.

Yamel Murillo 

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