lunes, 16 de abril de 2018

CAMINAMOS HACIA LA TOLERANCIA


La intolerancia nos encamina a la violencia,
en ese andar el comportamiento humano sobre pasa los límites de lo salvaje.
Es ese instante cuando los humanos perdemos y actuamos sin razón como felinos salvajes,
sin tener su pelaje, la intolerancia y la violencia nos dominan, cedemos nuestra naturaleza humana.

Así como empleamos un despertador para abrir las ventanas de nuestro ser,
podemos poner uno a nuestra mente, cuando despierte la intolerancia,
para evitar irrespetar al prójimo con nuestra fealdad necia,
que se presenta con palabras desmedidas hirientes,
que caen como puñales en el alma de la víctima.

Porque si se desborda la intolerancia,
recae en la acción más salvaje como lo es la violencia física,
que nos postra en el escenario de la violencia,
Cuya mejor forma de conciliar violencia tras violencia y más violencia.

Para la violencia cualquier excusa es suficiente,
El color de una camiseta,
Una mirada casual de una víctima solitaria
o el tropiezo de un transeúnte.

Se buscan elementos emotivos,
para ser intolerante y agresivo,
siempre se encuentra una causa y su efecto,
una víctima y un victimario.

La cuestión es ¿Cómo concienciar a las personas para que sean tolerantes?
¿Qué tipo de diálogo logra desarmar al intolerante?
¿Cómo despojamos la violencia de nuestros genes?
¿Qué estrategia educativa permite disminuir los índices de violentos e intolerantes?

Soñemos en un escenario,
Donde los ciudadanos resuelven sus diferencias con el diálogo,
se camina como transeúnte, se respira libre y se siente agradable,
en las competencias deportivas se acepta el ganar o perder
y los seguidores disfrutan del espectáculo sin reparos inadecuados.

Fernando Enrique Zárate Ángel -Colombia-

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