Sufro por todos los poetas muertos,
aquellos en la perenne memoria,
por los delirios y los desalientos
en los grandes poemas de la historia,
sollozo por todos los corazones,
de valiente quietud frente a su mar,
ajados, olvidados y a jirones,
son batallas de un amor al gritar,
por todas las sonrosadas miradas,
perdidas en el tiempo de un poema
con historias de rimas acabadas,
por todos los que conviven y están,
constructores de los puentes del alma,
por los que se fueron y volverán.
Angel L. Alonso
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