martes, 23 de enero de 2018

OBITUARIO


En estos tiempos modernos
de ¡Pod y computadoras,
casi nunca compro el diario
ni uso reloj por la hora,
voy sin lápiz ni papel
y un laptop por mobiliario.
Me puse a leer un diario
y nada nuevo encontré,
y en un sector me fijé:
la página de obituario.
Observé todos los nombres:
mujeres muy pocas eran,
los difuntos eran hombres
y me sentí muy feliz
al no ver allí mi nombre
entre aquellos que partieron.
Continuando la lectura
del diario, ensimismado,
decidí escribir yo mismo
éste mi propio obituario.
Pensé:¿ quién mejor lo haría
que yo, que me conocía ?

Tomé el laptop a mi lado
y acometí su teclado.
En síntesis dejaría
en mi aparato grabado
algo propio y adecuado:
Mentalmente hice un bosquejo
de mi juventud pasada
y de mi vejez presente.
Muy confundido y perplejo
no hallaba cómo empezar
y comencé a repasar
algo para mi apropiado.

Me acordé de mis visitas
al sagrado campo santo
donde miraba las piedras
con epitafios grabados
exaltando de los muertos
sus gustos y sus talentos.
Analicé el testamento
que dejaría marcado
y al fin, con claro detalle,
logré escribir mi obituario.:.
Antecedentes de un hombre
a quien muchos conocieron,
pero muy pocos pudieron
penetrar en el armario
donde el corazón y el alma
tenía muy bien guardados,
y muy pocos comprendieron
a aquel hombre que vivía
dentro del ala del tiempo,
abrazado a la vida
de sus versos y sus sueños
que hoy descansan, todos juntos,
a la vera de su dueño.

Lorenzo Martin -Estados Unidos-

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