viernes, 7 de julio de 2017

SOLO UN MINUTO


En mi caminar diario, sin rumbo fijo, a veces me encuentro con personas que me llaman la atención; en especial mujeres, que se distinguen de las otras; por su caminar, su manera de vestir, o quizás por sus ojos atrayentes.
 En ese caminar, donde las horas pasan lentas; los momentos de silencio son tremendos; parecen eternos. Amo sobre todas las cosas el vagar sin finalidad y sin rumbo. Me he encontrado una mujer que me ha hechizado por un momento. No he hablado con ella; sólo un pequeño saludo. Su rostro de belleza tenue. Ojos negros y relampagueantes, tez morena; señorío en el gesto y en los ademanes; por otra parte, el hecho de caminar sola. Figura esbelta; su cuerpo se mantiene erguido; ya los años van pasando por ella; su pelo castaño pinta canas, que le dan más personalidad. Este tipo de mujer, es como la brisa de la tarde, que pasa rápida, y nos deja su perfume peculiar; y su recuerdo en nuestro espíritu.
 Y todo esto en un minuto, que es nada en el tiempo. Nos parece que la conocemos desde hace años. La examinamos; no es una de esas mujeres, que cualquier hombre se vuelve loco; es quizás su mirada, su manera de vestir, su boca sensual; sin darnos cuenta vamos descubriendo en ella, cosas que en otras no vemos. El tiempo va discurriendo suavemente; sin notarse, como el agua de un manso río, que parece que no se mueve y no cesa de correr. Unas palomas cruzan sobre nosotros, en el azul del cielo, con sus aleteos.
 Todo en un minuto. Vemos que tiene algo que no acertamos explicar. Quizás sería la pequeña sonrisa y el mirar de sus bellos ojos, que me brindó por un momento. Se ha ido, y me parece como si se llevará algo muy mío; me ha dejado un vació enorme en todo mi ser. Una mujer desconocida que se ha aparecido por un minuto en mi vida; esta mujer única, que me ha dado un momento de alegría e ilusión. En mi vida triste. Los dos frente a frente, mirándonos sin decir nada, por solo un minuto. Siento una angustia grande cuando evoco ese momento único, que ya no volverá.
Y de pronto, en un momento, nos damos cuenta de lo corto del tiempo; y sigo caminando en el
ambiente de la calle, de las personas que van y vienen. El tiempo nos trae la visión de nuestra vida y de las ilusiones perdidas.

René León -Cuba-
Publicado en la revista Añil 142

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