martes, 11 de julio de 2017

ADOPCIÓN MUTUA


La cría de gato ha trepado a un árbol. Desde allí observa a los transeúntes. Escoge a uno que pasa, baja y le sigue. El chico se da cuenta, se agacha y lo toma en brazos. El minino se deja coger. Necesita a alguien con quien vivir y lo ha elegido a él. Al llegar a casa, pone un poco de leche en un cacharro y mientras el animal lame el blanco líquido, lo mira con ternura.
Es de aspecto atigrado, en tonos anaranjados. Su diminuta cabeza revela que es de corta edad, aunque bastante largo y nada enclenque.
Tiene la cola dañada, aparenta quemada. Se tumba en el suelo y con sus ojos color miel, lo observa fijamente.
El muchacho busca una caja y coloca dentro cojines y un paño grande para que duerma. Acaricia su tersa piel y al gato le gusta. Es juguetón, está pendiente de cualquier movimiento y parece sentirse bien. Maúlla cuando precisa algo.
Decide llamarlo Tiger. Ambos, animal y joven, se han adoptado mutuamente. Ninguno imagina el significado de esta elección. Ninguno adivina lo que entrañará el uno para el otro.

Francisca Sánchez Rico
Participante en el VI Certamen Microrrelatos Libres Memorial Isabel Muñoz

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