Estaba allí,
abrazando el silencio de la noche
y el vértigo de la mañana.
Envejeciendo
entre inviernos y espejismos
y esquivando
el calor de unas manos
que la lleven a caminar
por el jardín de las mariposas.
Mari Carmen García Moruja (Sevilla)
Publicado en la revista Aldaba 33
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