lunes, 17 de abril de 2017

JUNTO AL FUEGO


"Llueve en el bosque,
crepita bajo las gotas la hojarasca,
se confunde con la leña que arde,
y las siluetas en lecho descansan.
Acurrucar de cuerpos ceñidos,
abrazados bajo la envolvente sábana,
el viento arrecia su sonido,
la noche su fuerza desata.
Es tormenta nocturna,
que en los montes parece batalla,
las pieles en instinto se funden,
en el techo el agua brama.
No se oye el chisporroteo,
del danzar alegre de las llamas,
juega con sus luces en silencio,
la chimenea, a los pies de la cama.
Proyecta su baile de sombras,
en vaivén de vieja destreza,
a la altura de las durmientes cabezas,
dibujos en negro, que el cabecero transforma.
Diríase que son instantes,
que el tiempo dejó marcados,
por unos antiguos amantes,
que en lecho la noche pasaron.
Unos labios rozan en beso,
una nuca de blanca belleza,
unos dedos enredan el pelo,
un suspiro el sueño desvela.
Garabatean brillos y sombras,
el cara a cara que despierta,
una mano que la mejilla roza,
una boca que a otra boca encuentra.
Arrecia el gritar del tejado,
arrecia el agua que se desploma,
arrecia la fuerza del abrazo,
arrecian los ojos, en su besar a deshora.
Pierde la sábana su uso,
pierden compostura las formas,
crepita a los pies el fuego,
crepita el vientre, que la boca zozobra.
Y el cabecero parece,
ser fotografía de la historia,
con nuevas siluetas que pintan
sus negros reflejos y formas.
Danzarines del amor sin espacios,
navegadores de aire sin velas,
los amantes son fiera marea,
que en negro sobre el cabezal rompe.
Para yacer en silente desasosiego,
en la blanca y suave arena,
que lecho y sábanas forman.
Donde la respiración vuelve a su cauce,
en un latir de corazones al fuego,
en un mirar de pupilas que besan
reflejo de llamas bajo un aguacero.
La tormenta azota el bosque,
la lluvia las montañas riega,
las siluetas, son de las almas deseos,
que junto al fuego, se reponen."

Del libro Y la ciudad, duerme de Emilio Juan Gilabert Fernandez

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