viernes, 14 de abril de 2017

EL AMANECIDO


¿Qué estaré siendo yo de este lugar
que ha parido la presa de su cacería?
Entenado de mis muertos
llevo una flor a su caridad
para que vuelva en mí esta comarca,
pero es tarde,
el cielo envejeció
y el espacio ha crecido demasiado.
He gozado todos los sonidos,
me he dejado llorar
por ojos difuntos,
he besado a mi época en la lengua
y a esta altura
soy el cielo de mis fornicaciones
y la intemperie donde flameo, inhumano.
Entro a la tormenta de la casa vacía
y lluevo largamente,
con la copa en las raíces,
asfixiado por el aire,
y, enguantado por mi oscuridad,
pudro mi leña,
eyaculo el escenario,
pierdo los papeles, tacho la luz,
lastimo la función.
Los otros no saben que están dentro
de un día que no amaneció,
el que me he robado
mientras del suero de mi cerebro
se amamantaba la noche
cuando yo tiraba mis huesos al aire
y ni la muerte los reconocía.
Tengo dentro
un salto de pájaro espantado,
un niño helado en su futuro,
un camino que no deja de ir
y un árbol inmóvil
soltando frutos oscuros.
No hay contemplación: mi limosna es mi cuerpo.
Ya no me sirve el universo
ni le sirvo yo.
Hacia una luz inválida se va el día.
Y no me lleva.
Donde yo duermo, trinan como perras,
mendigas, las palomas.

Leopoldo "Teuco" Castilla -Argentina-
Publicado en Poesía del mondongo

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