Te soñé.
Te soñé rozando tu piel con mis labios.
¡Oh!. Tristeza mi alma sentía
Al comprobar que no correspondías.
Pero... como hombre sabio
me resigné. Me resigné
Y me propuse hallar la razón.
Y... la encontré. La encontré:
¡Tú estabas lejos!.
Y sólo, sólo mi corazón,
En tu ausencia, de pasión ardía.
Jaime Enrique Otero Saez (Colombia)
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