martes, 17 de enero de 2017

POR LOS TIEMPOS DE LOS TIEMPOS


Hallábame yo en la Mancha con un grupo de 30 ó 40 camaradas cuando a lo lejos vimos aparecer dos figuras en la lejanía. Los primeros rayos de sol iluminaban paisajes inmensos de tierras castellanas donde disfrutábamos realizando, como no, fechorías típicas de gigantes de nuestra calaña. Causantes de no pocas desdichas a los humildes aldeanos, parecía que nadie tenía, por aquellos tiempos, la osadía de hacernos frente.
En esas andanzas estábamos cuando una de esas figuras tuvo el acierto de reconocernos y al trote se nos echó con valentía y arrestos. Suerte que el sabio Frestón presto estuvo en volvernos molinos de viento. En el preciso momento en el que dicho caballero de triste figura hendía su espada en mi brazo bueno, un aspa le salió al encuentro. Ventura tuvimos de no ser derrotados por él, único semblante que osó reconocernos.
Es desde entonces que aquí permanecemos, convertidos en molinos de viento, molinos blancos, de capirote negro. Don Quijote, sin saberlo, acabó con nuestras travesuras de gigantes, por los tiempos de los tiempos.

Rosario Juan Oliver (España)
Publicado en la revista digital Minatura 153

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