Era una mañana gris
Le recordó París
En unas zonas lluvioso
En otras tormentoso
Pero Octavio seguía escribiendo
Y al acabar, leyendo.
Trataba sobre la hambruna
Que padecía su nación
Y no había Administración alguna
Que revirtiera la situación
Y se dijo a si mismo
“empezaré yo mismo”
Copió lápices y libretas
Y unas cuantas carpetas
A alumnos escogió
Al campo los llevó
Los convirtió en gente educada
Con una gracia ilustrada
Con damas coqueteaban
Con algunas filtraban.
Cuando acabo de enseñarles
Trabajo puso a buscarles
Sin reparar en el dinero
Pues su felicidad era lo primero
Algo que conseguía
Lo que le daba alegría.
Jaume Alegre Lasterra -Barcelona-
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