Era una joven cándida y morena,
echada junto al mar, frente al ocaso.
Fenicios y romanos, en traspaso;
al fin, cristiana, y antes agarena.
Todos le daban una enhorabuena
y nadie estuvo, por azar, de paso.
Su oro solar, filón jamás escaso;
todos vinieron a explotar su vena.
Hijos tuvo de todos. Su tesoro
de hermosura fue pena y deterioro:
tras de la pandereta, la agonía.
Aprendió en soledad a hacerse vieja
y en cante y llanto acrisoló su queja.
Dicen que se llamaba Andalucía.
De libro Baza perdida de
Juan Mena -San Fernando (Cádiz)-
Publicado en la revista Arena y cal 227
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