jueves, 8 de agosto de 2013

[LOS POETAS NUNCA LLEVAN PISTOLA]

Los poetas nunca llevan pistola
ni agua para rellenar el cargador.
Los poetas disparan con flechas del tiempo
y no miden las distancias
(¡qué cercanos están siempre!)
Los poetas no suelen cambiar crudos por “tostaos”
porque no les gustan los bancos
(solo los usan para sentarse,
frente a ellos siempre).
Los poetas sienten y consienten
demasiado (tienen fantasmas alados en su cabeza).
En cambio, hay algunos que se mean
sobre las paredes recién blanqueadas
(aman a los perros, sobre todo cuando,
así, se liberan).
Existen los poetas porque quieren los otros,
aunque los tengan arrinconados
como telarañas (que siempre esconden la vida
pequeña).

Los poetas juegan al ajedrez
para enrocarse (defienden al Rey del último
horizonte)
y siempre pierden la partida,
pero nunca la llegada.
Los poetas respiran hondo,
tal como cantan los flamencos
y, por supuesto, lloran “pa dentro”.
Si algún poeta se hace político
se quedará sin escaño el primer día
(prefiere oír a los ruiseñores del bosque).

Cuando un poeta cierra el puño (de la noche)
es para encerrarla entre ramajes de estrellas,
o para protestar porque ella no vuelve.
Ella es ella (o también la poesía).
Sin ella el poeta calla y se satura
de ausencia.
Entonces reclama imaginarla,
al menos,
…y un crepúsculo abierto para crear
el verbo de los sueños.

José Luis Pérez Fuillerat -Córdoba-
Publicado en la revista LetrasTRL56

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