viernes, 16 de agosto de 2013

LAS GRANDES AGUAS

Y a quién vas a llamar cuando acabe el día
y al volver del trabajo pienses en estar con alguien
a quién vas a llamar para que te acompañe
cuando camines por las calles tristes de siempre.

Verás que todos están con alguien menos tú
que deseas cosas que no volverán
y dejas pasar aquellas que te harían feliz
si estuvieras preparado para verlas.

Hacia el fin de jornada cierro los ojos.
Escucho el roce de las alas de la polilla
embriagada de oscuridad.

En la noche del viernes por calles tristes
enviarás mensajes a teléfonos apagados
desde cuartos de paredes sucias
con pequeños roperos atestados
en camas marineras sin equilibrio
ardiendo de deseo por el cuerpo de una mujer
rezándole al Señor de los Milagros
por el cuerpo de una mujer
rezándole a Chacalón que es Dios
por el cuerpo de una mujer.

A quién vas a culpar por no haber hecho lo correcto
a quién vas a llamar cuando acabe el día
y volviendo por calles tristes sepas que te espera
el catre pequeño, más pequeño sin mujer
sin cuerpo que fatigue la innúmera cama.

Vas a decir que me extrañas cuando ya sea tarde
vas a pedirme que hable cuando no tenga fuerzas.
Hubiera hecho falta tanto más juntos
para convertirme en el árbol
que baña con su savia
el hacha del leñador que lo ha herido.

No soy tan buena, lo siento.
Las monjas hablarían de perdonar
de dar la otra mejilla.
Qué saben ellas de amar si se han casado
con un mudo, un ausente, un muerto.

Del libro Poesía deliberada de GRISELDA GARCÍA
Publicado en el blog revistaislanegra.fullblog

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