viernes, 16 de agosto de 2013

LAS DOS MUCHACHAS.

Dos muchachas solas van,
bajo el sol de agosto espeso,
bajo el cielo, en plena tarde.
Todo el mundo las señala,...
¡pero se les ve felices!.

-¿Será posible sea cierto
lo que en el pueblo se dice?

-¿Qué dicen “lenguas de víboras”
de esas pobres infelices?

-¡Que nadie vaya a su casa
porque trae mala suerte!
Dicen que siempre ese sitio
ha sido un lugar de muerte...
Un palacete precioso
que anduvo deshabitado,
en las afueras del pueblo,
dicen que se han alquilado.
Nadie les habla, ¡ni adiós!,
porque viven en pecado.

- ¡Madre del amor hermoso!
¡Cuánto bicho deslenguado!

-Dicen que tiene fantasmas
esa casa estrafalaria.

-¡¡¿Fantasmas?!! Debía tenerlos
y que a los dueños arrastraran
si existieran los espíritus
y toas esas cosas raras.

-Madre, no diga usted eso,
que no vayan a escucharla.

-Pero puen estar tranquilos
porque por suerte para ellos
esas cosas son mentiras
que, a veces, inventa el pueblo.
La verdad de la cuestión
es que en un tiempo, allá lejos,
los que tienen esa casa
mataron, un día, a sus dueños.
Les acusaron de rojos
y de no ser “patrioteros”.
Los mandaron fusilar
y la quedaron para ellos.
Luego la conciencia manda
y nunca vivieron dentro.
Y quisieron alquilarla,
pero la gente del pueblo
hablaba ya de fantasmas,
como excusa y por respeto
por la vergüenza torera
que se les debe a los muertos.

-Y estas pobres muchachas
venidas desde allá lejos
la encontraron muy barata
y por eso viven dentro.

-Y están sembrando de amor
un territorio desierto.

Una es de rubio platino,
la otra de pelo moreno
con lindos tirabuzones
y grandes ojazos negros.
Ningún hombre las visita,
juntas siempre van al pueblo
cogidas por la cintura
y miradas de ojos tiernos.
Hablando siempre entre ellas
se les ve siempre riendo.
Irradian felicidad
y las comadres del pueblo
dicen al verlas pasar
que en pecado están viviendo.

-¡Ahí van esas machorras!
afirman ya con desprecio.

Hacen ellas oídos sordos,
porque les importa un bledo
lo que las cuatro amargadas
vayan diciendo en el pueblo.

Trabajan desde su casa
con Internet y teléfono
a varias empresas grandes
les llevan el papeleo.

Pasaron por el juzgado
a ser pareja de hecho,
una con vestido largo
de blanco nardo campero;
la otra llevó pantalones
color de jazmines nuevos
y camisa con chaqueta
blancas con encajes nuevos.
Vinieron gente a la boda
pero ninguno del pueblo...

-¡¡Niña, ¿sabes lo que digo?!!:
Prepárame unas naranjas
y el canastillo de huevos
que yo voy a visitarlas
porque quiero y porque puedo,
que a mí no me da la gana
que me quiten el deseo
de tratar como personas
a dos corazones buenos.
Si critican, que critiquen,
que yo sabré responderlo.

Pedro Jesús Cortés Zafra -Málaga-

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