La tortuga, el único animal para el que el agua
gotea espesa en los relojes milenarios
y va paso a paso acercándose a su origen,
a la piedra de su hemisferio, a la madera,
al nudoso tronco oriental en que su piel
se ha curtido por el lodo centenario.
La tortuga, prehistórico testigo que cruza
este suelo de arsénico, muda, sin albergue,
apergaminada como un patriarca bíblico. Su silencio
es su longevidad, su prudencia; su caparazón,
el futuro cuenco de los siglos venideros...
GUILLERMO PILÍA -Argentina-
Publicado en la 2ª Antología de poetas argentinos
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Hace 1 hora
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