lunes, 12 de agosto de 2013

ENREDO DECIMOSEXTO

Desde que la vi en la plaza
aquella tarde de enero
nunca pude separarla
de mi corazón sediento.

Era una típica plaza
de mi barrio de la Viña
donde los flamencos cantan
por fandangos y alegrías.

En la esquina apareció
con su rubio pelo al viento
y mi corazón vibró
y casi saltó del pecho.

Esa rosa que te he "dao"
no la dejes marchitar
en un jarrón de alabastro
ni en otro de fino cristal.

Cuando estabas a mi "lao"
de todo me olvidaba
menos de tu cuerpo "ansiao"
al que sin pausa besaba.

Si me rodean tus brazos
a nada tengo miedo
y creo estar soñando
cuando me hundo en tus pechos.

Arde una llama en mi pecho
que tú sabes apagar
con el calor de tus besos
que saben a fresa y a sal.

Acariciando tu cuerpo,
bello, desnudo y sediento,
palmo a palmo, con mis dedos,
encuentro caminos nuevos.

Los lunares de tu cuerpo
me tienen loco "perdío"
y todos los días sueño
con hacerlos siempre míos.

Del libro inédito Enredado en cantes de JOSÉ LUIS RUBIO



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