viernes, 16 de agosto de 2013

DESDE EL MOLINO DEL MERCADILLO

A LOPE DE VEGA

Este molino de Liérganes,
el más importante de la comarca,
señero y orgullo en la mies,
tiene un amplio altillo
donde se oyen pasos
y trajines matinales.

Alguien canta y asea las habitaciones.
Una mujer, sosegada y madura,
teje su calceta junto al lar
acomodada en mecedora de mimbre.

A pocos pasos la endeble niña,
escucha leyendas que le cuenta
sobre el hombre pez
absorbido por las aguas;
profunda y succionadora risa hacia dentro
que Dios hace cuando
quiere digerir la inocencia.
Honor, gloria… loa celestial
de tan elevado y sutil gesto.

De soslayo, mientras escucha,
la joven observa
cómo sale la harina amarillenta
desde el estrangol
hasta el capacho de bañías.
Hondo , destellante…
a medio colmar.

Fuera, árboles densos y centenarios.
Eucalíptos, robles y tejos
huyen por las orillas del Miera.
El valle linda con las montañas
Que forman grotescas imágenes
como la llamadas Tetas de Liérganes
y el río no tiene otra salida,
que la bajada a la mar.

Lado norteño donde el Cantábrico suena
tras las cumbres cuando las galernas
enfurecen las playas
y el viento del Norte rola devastador.

A lo largo de la serranía
verde, llana y misteriosa,
los pueblecillos se estiran
de Pamames a Saron…
y afluentes de caminos
se comunican entre sí,
con ajetreado trasiego.

Carreteras serpenteantes
orilladas por las frondas
que parecen cubrirlas,
hasta llegar a Vega de Villafufre.

Planicies y colinas verdes,
acogedoras villas,
casas indianas y pasiegas
soberanía de palacios
como el de Soñanes en Villacarriero.

Tímido y ecléctico,
fundamentalmente barroco,
construido a comienzos del siglo XVIII.
Tierras donde viviera y se inspirase
el gran Lope de Vega.

Ana María Lorenzo

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