lunes, 4 de marzo de 2013

PERRO CALLEJERO


Escarbé esta madriguera en los volcanes de neón
con el odio por frontera y por cielo este rencor.
Alimento mi interior de caníbales deseos,
de los cuerpos sin amor devorados por recelos
de cobrarse algo mejor que los restos de este infierno.
Me sumerjo en la basura de la gente que me amó,
reciclando la amargura en envases de dolor.

Me enfurece confiar en futuros diferentes
y dejarla descansar a esta rabia en su presente.
Este fuego de mis venas no lo pueden sofocar
la paciencia o las promesas de los jueces en su altar.
Mi justicia escribe en rojo, soy su dueño y su sirviente,
doy mis ojos por sus ojos con la culpa entre los dientes.
Acólito de la impureza, devoto del error,
dejo rastros en las grietas y las cierro por honor.

No me avengo a las condenas de perenne soledad,
en mi celda no hay más fieras que mi propia libertad.
No me siento justiciero ni verdugo de lo infame,
solo un perro callejero codicioso de culpables
que no tiene más casero que el aroma de la sangre.

Gustavo González -Valladolid-

1 comentario:

  1. lleno de odio.... quizá un perrito sin casa busca amores momentáneos, se ilusiona con un bocado, y se pierde en el horizonte luego de sentir el frió de la soledad, aun así su cuerpo sin odio tiene calor, el calor del viaje.

    ResponderEliminar