domingo, 11 de noviembre de 2012

TEOTIHUACÁN


Después del raudo vuelo por el valle
de la cosmogonía se desala
el teotihuacano, está en la Calle
de los Muertos en tránsito a Zacuala.
El brillo altivo de su sangre brusca
se desvanece en el talud del Templo
de Quetzalcóatl, el triste ejemplo
de que ante el desamor el sol ofusca.
En Teotihuacán el tiempo pisa
la eterna piedra que será ceniza
con el atroz crepúsculo del día.
Cultura y religión en agoníaa,
el teotihuacano es absorbido
por el bajorrelieve del olvido.

JORGE MANSILLA TORRES
Publicado en la revista Pluma y café 8

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