río arriba, no sé cuántas,
blancas, negras, grises.
Todas traían canciones nuevas,
algunas las reconocía.
Confieso que ellas me reconocierón,
de seguida vinierón a saludarme.
Largo tiempo estuvierón,
muy cerca de mí.
Escucharlas me apasionaba,
sus aventuras, sus afanes.
Yo era todo oído, ellas,
como blancos ángeles.
Las veía cerca, ir, volver,
siempre en su tarea,
buscar comida, cantar, subir.
Algunas eran hábiles y competían.
Quien sube más?...
Otras se conformaban con las orillas,
con las estorbas de las barcas,
o con cualquier cosa que flotara.
Pero…todas tenían algo en común,
su canto y su vuelo.
Fascinante canto de sirena,
cómo me atraían!
Valeroso y temido vuelo.
Gaviotas, amigas mías.
Otro año con vosotras,
y vosotras sin saberlo.
J. Antonio Nogueras
Publicado por María Sánchez en el blog La casa del valle
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