lunes, 12 de noviembre de 2012

EN MIS ATARDECERES


Agazapado en la cima de mi debilidad
implorando a Dioses o Bestias me liberen,
no vano ha resultado el sacrilegio,
bendigo a la pasión, mientras tú duermes.
La descarada adolescencia te bendijo,
desgarrando con lustros e inocencia a mi alma,
maldito peso de esta extirpe no anhelada,
piedra sobre piedra, murallas de abrazares.
Hete allí mi amor, pletórica de sueños,
limpia de pecados, sana de maldades,
que me redime sublime hasta embriagarme,
y engañarme: no son alas de gárgola, sino de ángel.
Nado sobre mis pasos, recorro mis palabras,
intuyo la fruta de tus labios, y si fuera pecar…
efervescencia y descaro, fuego que marca,
soy la pasión, eres el ansia.
Mi complacencia, tus desplantes, huracanes,
círculos sociales, esferas ovoidales,
culturas uniendo sexos, nuestra pasión,
esa canción, y París siempre latente.
Longevos berrinches intrascendentes,
comprendo a Nietzsche, no tus desplantes,
me enardece tu sonrisa, tus ojos ámbar,
tu egoísmo emocional tan lujurioso.
Madurez… ¡tanto importa la mosca, dulce baya!
me yergo ante tus besos apasionados,
aprisionada mi alma en la mazmorra
de la eterna juventud en marfil tallada.
Pleitesía a piel tan suave, fragante y generosa,
que me seduce con descontrol y
condescendencia,
encendiendo las farolas premonitorias,
hacia los infiernos más temidos y más deseados.
Y en la parafernalia del orgasmo compartido
me desintegro, suplicando a las ánimas me
reconstruyan
implorando un lapso más, para contemplar,
la belleza e inteligencia que tallan tu esencia.
Acto de burdo arrojo, en desborde emocional,
cito
al Tristán Bernard enardecido: “Los amores son
como las setas,
que no sabe uno si son venenosas
hasta que ya las ha comido y es demasiado tarde”

Gustavo M. Galliano
Publicado en la revista LetrasTRL 41

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