domingo, 18 de noviembre de 2012

EL BESO


Cruzan como en un filme muchas escenas de mi vida mientras siento a mis pulmones llenarse de sangre. Pasa la infancia y la seguridad que siempre tuvimos junto a nuestros padres, la escuela, las primeras letras, el día que rompiste la nariz de aquel que se atrevió a golpearme amparado en la fortaleza de su edad y en la debilidad de la mía; mi primer beso de amor que por un encuentro peculiar de los labios produjo un extraño y persistente gorjeo; el liceo y la maestra paduana que nos traía locos con sus pechos de lámparas de plaza, y la universidad desde la que seguí confirmando tu desprecio por el estudio; nuestra madre reconviniéndote sin palabras, pero sí con sus ojos claros, por “andar en malos pasos” y aquella vez que te busqué angustiado cuando desapareciste de casa toda una semana para esconderte en los brazos de la joven más hermosa del mundo. Evoco el cariño que nos unió siempre, y los años de cárcel que debiste sufrir cazado por la traición de alguien que era de tu insospechable confianza. Todo lo rememoro ahora, con mágica nitidez y rapidez asombrosa, con increíble detalle, como si reviviera de nuevo… pero sobre todo recuerdo el amargor en mi boca de tu beso triste con el que me sentenciaste a muerte, cometiendo la más dolorosa y terrible equivocación de tu existencia.

JUAN GITANO
Publicado en la revista Pluma y café 8

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