En esta plaza brumosa, raleada,
estoy solo con los pájaros
−alas oscuras, casi quietos,
chistar agudo−.
Pasa gente con aire distraído
y gesto triste,
hamacando los hombros,
mirando hacia los árboles.
Gente sola, de sino y ropas pobres.
Caracas o Guarenas parecieran estar
a la vuelta,
pero no. Es éste el primer mundo
con sus caños oxidados
que gotean
en el patio y en los techos
y con el dolor también
(no digas que no)
entre las vértebras.
Y el murmullo, sí,
que va poblando los instantes.
De N.Y. Postales para enviar a los amigos de
Eduardo Dalter Nueva York, Buenos Aires, 1998-1999
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