Tierra roja y blanca tierra,
silenciosa penitente,
cuna de simiente,
hogar paciente
de ese fruto adolescente.
Tierra roja y blanca tierra,
gélida y ardiente,
abnegada, hiriente,
el vergel más decadente,
el desierto confidente.
Tierra roja y blanca tierra
de caminos y de errores,
solitarios predadores,
de susurros y rumores,
de mil valles y altas torres.
Tierra roja y blanca tierra
arañada por el cauce de los mares,
mares de único destino, pero mares,
regantes mares, calmantes mares,
nobles mares y mares vulgares.
Tierra roja y blanca tierra,
tersa piel de infante nuevo,
de odre el áspero pellejo,
solo el tiempo se hace viejo,
solo el tiempo se hace eterno.
Tierra roja y blanca tierra,
de felinas amansadas
y mirada encastillada,
de rampante domada,
y atalaya del alma.
Tierra roja y blanca tierra,
tierra humilde castellana,
vacía de mar, de sol bañada,
tierra de amar en la alborada,
tierra de sabor a luz dorada.
Gustavo González
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