Las ranas, cansadas de no tener un gobierno, pidieron al Olimpo que les diera un rey. Zeus, viendo su simpleza, les tiró un palo [8] a la charca donde vivían, diciéndoles: “Ahí tienen a su rey”. Al principio, asustadas por el ruido de la caída del palo, las ranas se escondieron en el fondo de la charca. Sin embargo, como vieran que el palo permanecía quieto, salieron a la superficie y de a poco se fueron acercando. Más tarde, notando que el palo sólo flotaba y seguía sin hacer nada, llegaron a despreciarlo tanto que se subían y se sentaban sobre él y hasta no faltó quienes le saltaran encima y croaran con escándalo. Por fin, indignadas de tener un rey tan manso, lo tiraron a un lado del charco y recurrieron de nuevo a Zeus para que les cambiara de gobernante, alegando que el que tenían ya ni siquiera las asustaba. Entonces, Zeus, irritado por el poco respeto que mostraban a su rey, les envió a cambio una hidra (serpiente de agua) que las devoró a todas.
Que enseña sobre la preferencia de tener un gobernante poco activo pero sin maldad, a otro muy activo pero malvado.
ESOPO
Publicado en la revista Realidades y Ficciones 6
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