sábado, 13 de octubre de 2012

GUANABACOA: LA VIGENCIA DEL MITO


Guanabacoa es un municipio de la Ciudad de La Habana colmado de sus raíces indígenas, se levanta ante la historia el 12 de Junio de 1554 por el camino de su fundación. Desarrollando los trillos y senderos, que la hicieron fuente de suministro para la gran ciudad de la muralla, tiene lugar el surgimiento de sus calles, que tiempo después pasaron a ser una buena parte de sus leyendas. Se abre así en pos del desarrollo esta Villa aferrada al encanto y las tradiciones donde ocurrieron hechos religiosos, culturales y sociales que han marcado la historia, y que hoy conocemos mediante las leyendas urbanas escritas u orales que nos han contado sus más longevos vecinos.
Desde niña mi abuelo me relataba hechos extraordinarios ocurridos en la Loma de la Cruz, el río de las Lajas y otros lugares de Guanabacoa, sin embargo cuando escuche por vez primera el término de leyendas urbanas, me descubrí neófita ante el tema y me surgió el enigma de:
¿Qué son en esencia las leyendas urbanas?
Las leyendas urbanas son relatos que brotan por doquier, muy antiguos a veces, en continua transformación siempre; que se difunden imparablemente de boca en boca, de generación en generación a través de la historia. Suponen una forma contemporánea, vivísima, de folklore, que se representan como sucesos ciertos, historias creíbles a las que nunca suele faltarle una buena moraleja, explícita o no. A cada paso que se da surgen en Guanabacoa nuevas y diferentes leyendas, que cautivan la imaginación de sus habitantes. Los ancianos con gran cautela guardaron esas leyendas en su cansada memoria para trasmitirlas de generación en generación y hoy hasta el más incrédulo conoce al menos una de ellas en la Villa. Pero:
¿De dónde provienen estas leyendas?
Las leyendas urbanas en la Villa se desarrollaron y unas transformaron a través del tiempo. En la época aborigen, poseían un hilo de ingenuidad. Versaban en güijes, en fenómenos naturales y sobre todo eran historias de amor. Sin embargo, en 1741 cuando los habitantes de la Villa son adoctrinados por un clérigo mandado por el cabildo habanero, comienza el movimiento religioso en Guanabacoa, dejando atrás todo lo que era tierra de aborígenes y sus leyendas. Dos años más tarde se acrecienta la feligresía al abrirse la capilla y Felipe V le otorga a Guanabacoa el título de Villa de la Asunción el 14 de Agosto de 1743. En este periodo se encuentran leyendas de una profunda fe en las raíces de la madre iglesia católica como “El santo que mato al hombre”, “El beso de la muerte” y “El milagro del lechero” uno de los mitos más famosos  entre los vecinos de Guanabacoa: Cuenta la leyenda que el padre Moreno había oído la misa del alba y marchaba a decir la suya al Potosí, donde tenía su devoción más amada: Jesús Nazareno, en cuyo pobre santuario, hoy descansan sus cenizas. Caminaba con la vista baja como de costumbre, cuando hacia la orilla del sendero le pareció escuchar unos quejidos. Su alma había sido hecha para el dolor. Una carcajada no le hubiera hecho volver la cabeza, un gemido lo obligó a detenerse para conocer a quien sufría. Era un tierno niño, de más o menos tres años, aterido por el relente de una madrugada de invierno. Se hallaba sentado sobre la hierba, y no se necesitaba mirarlo mucho para saber que tenía hambre. En esto, sonando las botijas al trote de su cabalgadura vio venir al lechero de la Villa, que al hallarse junto al sacerdote, lo saludó respetuosamente.
-Una caridad, hijo mío –dijo el padre santo con dulzura- mira si tienes un poquito  de leche para aquella criatura.
-Padre, cuánto lo siento –dijo el buen guajiro- la he despachado toda en la Villa…
-Vamos, - insistió el franciscano- mira bien…quien sabe si aún te quede una poquita para esta caridad.
-Ni una gota me queda, padre…llevo hasta lavadas las botijas.
-Busca, hombre, busca.
Sospechando el honrado campesino que el padre santo había dudado de él, se apeó y metiendo la mano en el serón sacó una botija.
-Vea padre, para que no crea que le niego un poco de leche.
Y diciendo y haciendo, sacó el tapón de hojas de maíz y volcó la botija. Un chorro de leche se derramó en el suelo. El guajiro por poco cae muerto de la sorpresa. Una por una había vendido sus botijas y de sobra sabía que iba de vacío.
-Ya ves, hijo mío, -dijo dulcemente el padre Moreno-, Dios ha dicho: Buscad y encontrareis….
Después cogió la botija y se acercó al niño que sentado sobre la hierba había presenciado toda la escena…pero el niño había desaparecido. El padre devolvió la botija al guajiro y con los ojos bajos siguió su jornada hacia el Potosí, donde se encuentra hoy el lugar de su eterno descanso.
Leyendas como estas que refuerzan el poder de la palabra de Dios  abundan en la Villa de La Asunción. Un lugar sin duda para encontrarlas  es la Ermita del Potosí escenario por excelencia de misteriosos hechos, donde hoy el que atraviese la puerta del santuario, puede ver a mano izquierda la pequeña lápida que señala el lugar donde descansan los restos del padre santo Jesús Moreno esta figura insigne de los mitos, a quien los pueblerinos de la época atribuían un poder sobrehumano de curación y quien fue protagonista de muchos de los milagros de esta etapa. Otras de las novedosas leyendas es la del almirante Don Juan de Acosta quien reposa en el mismo suelo de la entrada y todo el que entra a la iglesia está obligado a pisar su lápida donde dejo como epitafio la sentencia: “Pasajero que hoy me pisas párate a considerar que has de venir a parar en ser como yo cenizas”. Estas son leyendas de  fe y de sacrificio que realzan la fe del son parte de la identidad cultural del pueblo.
¿Debemos trasmitir la fantasía?
Cada pueblo tiene su propia identidad cultural, está lleno de sucesos que se asumen como leyendas extraordinarias, historias donde se destacan el valor, la independencia y el sacrificio de. Las leyendas urbanas han conformado la cultura popular, como parte del patrimonio intangible han marcado la personalidad de los habitantes, imbricándose en su modo de vida, sus costumbres y su fe. Es por ello  el interés de artistas, escritores, investigadores y religiosos por conservarlas, por mantener su vigencia. Y es que estos relatos dejan entre la realidad y la fantasía, un maravilloso rayito de dudas.

MAYDOLL MORALES PÉREZ 

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